Considerado uno de los autores más innovadores y originales de su tiempo, fue maestro del cuento, la prosa poética y la narración breve en general. Fue también creador de importantes novelas, las cuales inauguraron una nueva forma de hacer literatura en el mundo hispano, pues rompieron los moldes clásicos mediante narraciones que escapan de la linealidad temporal.
Debido a los contenidos de su obra, que transitan en la frontera entre lo real y lo fantástico, Cortázar suele ser relacionado con el realismo mágico e incluso con el surrealismo. Además, es catalogado como uno de los exponentes centrales del boom latinoamericano, junto a otros escritores de renombre, entre ellos, los premio Nobel de literatura: Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa, y Carlos Fuentes, ganador del Premio Cervantes.
Cortázar sentía un gran interés por los antiguos escritores clásicos. En este interés fue fundamental la presencia del profesor argentino Arturo Marasso, quien lo incitó a leerlos prestándole libros de su propiedad.
Un punto de inflexión juvenil en su manera de escribir se debió al libro Opio: diario de una desintoxicación de Jean Cocteau, el cual fue uno de sus libros fijos de cabecera. Cortázar sostuvo así desde su juventud una gran admiración por la obra de este autor, así como por la de John Keats, el cual continuó siendo con los años uno de sus poetas favoritos.
Sintió siempre una gran admiración por la obra del argentino Jorge Luis Borges, una admiración que fue siempre mutua pese a las diferencias ideológicas de los mismos; esto pues mientras Cortázar era un activista de izquierdas, Borges fomentaba el individualismo y rechazaba los regímenes totalitarios en general —aún pese a haber aceptado recibir condecoraciones de países en dictadura—.
Sus gustos literarios eran muy amplios, y sentía una especial atracción por los libros de vampiros y fantasmas, lo que debido a su alergia al ajo, era motivo de bromas por parte de sus amistades.
El mismo Julio afirmó haber leído más novelas francesas y anglosajonas que españolas, lo que compensaba leyendo mucha poesía española, incluyendo a Salinas y Cernuda, a quienes dedicó comentarios entusiastas.
Vivió hasta los cuatro años en Bélgica, Suiza y España. Tiempo después, su familia volvió a Argentina, donde Cortázar residiría hasta 1951, año en el cual se estableció en Francia, país que sirvió a la ambientación de algunas de sus obras y donde vivió el resto de su vida donde murió el 12 de febrero de 1984.